Hacía días que se miraban. El trayecto del tren se hacía cada vez más corto. Habían entrado en un juego de miradas que difícilmente podrían parar. No sabían dónde les llevaría esa situación. Estaba claro que los dos querían que pasara algo pero no se atrevían a dar el paso.
Después de una semana de no coincidir con él en su trayecto diario, Laura empezaba a estar desesperada, no sabía por qué, pero estaba claro que debía confesarse a ella misma que deseaba conocer a ese chico, saber más de él y por su puesto tener algo con él.
Una tarde quedó con sus amigas para ver una exposición de fotografías que estaba teniendo mucho éxito. El autor era el amigo del ex de alguien, y ésta era la excusa. Pero en realidad la exposición no estaba nada mal. Eran láminas muy simples, mitad fotografía mitad dibujo, de líneas limpias, muy minimalista la verdad.

De repente vio una cara que le llamó la atención. Era él. Aquel chico que llevaba meses viendo en el tren y que hacía semanas que no veía. No se lo podía creer.
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