Isla convivencia

Mi seudónimo me sugiere:

Libertad, justicia, equidad, solidaridad, ética, paz, valentía, coraje, tolerancia, respeto, superación, honestidad, motivación, cortesía, responsabilidad, dignidad y mucha decisión.

No soy Daniel Lerma Vilanova, ni él tampoco lo era. Bajo este seudónimo o falsa identidad tuvo que esconderse aquél, de quién aprendí el conjunto de valores arriba expuesto. Sigue leyendo

Un día fatídico

¡Por fin en casa!, pensó. Había sido un día horrible. Estaba muy angustiada. Después de un rato de luchar con su conciencia, su cabeza le decía: la dieta, la dieta, la dieta…, abrió la caja convencida de que iba a darse un atracón histórico de chocolate y así aplacar su desazón. Pero cuál fue su sorpresa al abrirla y descubrir que sólo quedaba un bombón, un único, triste y hasta ridículo bombón. Se veía tan pequeño en esa gran caja vacía. Suerte que al menos era de su chocolate preferido: puro chocolate negro y relleno de licor,—¡algo ayudará!, pensó. Sigue leyendo

Y de pronto… mi teoría se desmorona

Empatía es lo que pocos afortunados tienen. Empatía es esa inteligencia emocional que algunas personas con mil carreras universitarias, doctorados y masters no conseguirán jamás por muchos estudios que tengan. Ver más allá de sus narices es algo que no han experimentado nunca. Entender que sus actos pueden hacer sufrir a otros, no es algo que puedan concebir. Hacen, deciden y actúan sin tener en cuenta a los demás. Sin tener en cuenta la historia que hay detrás de cada persona.
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La Mari de Can Palmeras

Reto literario                                                                                                                                        Escribir un relato donde aparezcan las palabras:                                                                             femenina,  tractor,   democracia,   delfines , palmeras

masia_en_venta_en_calle_mayo_prat_de_llobregat_el_de_340_m_6_habitaciones_por_450_000_101011201853034727Era de esperar que acabara marchándose –fueron los comentarios de los payeses vecinos, aunque ninguno de ellos jamás la hubiera animado a hacerlo, sino más bien al contrario. A María solían decirle que conocía suficientemente el negocio como para llevarlo ella sola y que su madre estaría bien atendida en la vejez, pues daban por hecho que la pequeña de Can Palmeras no se casaría ni tendría hijos, y que se haría cargo de la masía familiar y de las tierras. Siendo una adolescente, a María solían molestarle esos comentarios, pero ahora ya rondando los cuarenta, y sin familia propia, los aceptaba con resignación. O al menos eso les había parecido a todos hasta entonces. Sigue leyendo