Su princesa

– Niña, ¿qué hora es? –me pregunta después de compartir juntos unos minutos en silencio.

– Son las cinco y media –respondo mirando mi reloj de pulsera. El reloj de la sala de estar va atrasado desde la semana pasada.

– ¿Vamos a merendar? –continúa él.

– Claro –le respondo pellizcando suavemente su rodilla.

-¿Y la abuela vendrá?

– Estará al caer, abuelo. Sigue leyendo

Hombre en mecedora

Hombre en mecedora
Ilustración cedida por Félix Baroni

Dormitaba en un intento de soñarla de nuevo, para crearla, recreándose en su recuerdo. Al cerrar los ojos la veía nítida y real. Perfecta. Tan cerca que podía sentirla, pausada y dulce, rítmica al compás de los latidos de su gastado corazón levemente agitado por su anhelo.
Hoy se mece en un cálido duermevela, acariciado por el sol vespertino filtrado tras el fino visillo. Todavía la sueña, la nota, la añora y la ama como sólo un genio atrapado lo logra.
Quizá la dibuje de nuevo, la perfile, la plasme, al óleo, a la acuarela o al carbón para dar vida a su pasión.

Mar González

La señora Gracia

Durante años apenas reparé en ella a pesar de que vive justo en el piso de arriba. Ahora que estoy más tiempo en casa, cada mañana me detengo a charlar unos minutos con la señora Gracia. “Me voy a nadar”, susurra como si me explicara un secreto. Y a continuación se interesa por la salud de mis padres, que fueron vecinos suyos durante años, o me informa preocupada: “Este fin de semana vienen mis nietos, ¡espero que no hagan mucho ruido!”. A lo que respondo divertida: “Ruido es lo que hacen mis tres salvajes! ¿Oyó el berrinche de anoche?” “Nada, nada… ¡Si son unos ángeles!” sonríen sus ojos azul pálido. Luego se aleja con su paso liviano y silencioso. Sigue leyendo