Montserrat Baduell Latorre
Queridos míos,
Sé que esta carta quizá nunca tenga respuesta, que es muy probable que nunca llegue a su destino, pero hoy, en la soledad de esta tienda, siento la irrefrenable necesidad de escribirla. Las palabras mueren en mi garganta y queman mi corazón y esta es la única manera que tengo para expresar mi desaliento.
Los días transcurren monótonos entre las tiendas que conforman este triste campamento y las noches reproducen las pesadillas que ocupan mi mente. Pesadillas que hablan de muerte, de destrucción y de desarraigo.
Esto no es como habíamos imaginado, madre. El enemigo quizá es distinto pero también luchamos. Por la comida, por el agua y también contra las miradas hostiles y recelosas que nos dirigen los habitantes de estas tierras tan extrañas para nosotros.
También luchamos contra los elementos. Aquí la lluvia, el frio y la nieve son un enemigo más. Carecemos de ropa adecuada y hay muchos enfermos.
Sé que padre y tú insististeis en mi marcha para huir de esa maldita guerra y tener un futuro mejor pero a veces me cuesta mucho creer que he ganado algo con esa huida. Muy al contrario, me ha alejado de vosotros y de todo lo que me es familiar y querido. No sé si volveré a veros algún día, ni cuál ha sido vuestro destino. Tampoco sé si volveré a ver las puestas de sol de mi querida tierra, ni cuál será mi futuro.
La desolación es total y a veces, como esta noche, me siento tan solo e indefenso que mi corazón os llama y no obtengo respuesta.
Solo espero que allá donde estéis Alá os proteja y que algún día nos permita reunirnos de nuevo. Os quiero.
Vuestro hijo Rashid – campamento de refugiados en algún lugar de centroeuropa
Podria ser pitjor… Podria ser pitjor… La Lluïsa anava repetint la frase com un mantra, mentre corria cap a casa en sortir de la feina. Estava cansada, li feien mal els peus de tot el dia, però ella no ho sentia. Només notava dins seu una deixadesa total, una manca d’esma. Era com si tot s’anés enfonsant al seu pas, com si alguna cosa la volgués atrapar. Tenia ganes d’arribar i al mateix temps no podia córrer. El cel s’anava enfosquint per moments, com a preludi del que estava a punt de passar-li: Se li enfosquiria l’ànima, i s’endinsaria allà on tenia els records guardats amb pany i clau.