Corrent cap el metro

 

images   No sabria explicar-vos, perquè sempre haig de córrer. Vagi a on vagi, sempre faig tard. Des de que jo recordo, tot, i que a mida que van passant els anys, em vaig moderant una miqueta. Si, es veu, que controlo una mica millor el temps, que ja no penso que puc amb tot, que he après a deixar coses per demà, o per després, o senzillament no és poden fer. Però el que vull explicar, és d’aquells temps en el que encara no controlava res. Em limitava a corre esperitada fins que em faltava l’alè, i ja no podia més, amb el cor bategant a cent per hora, i els pensaments desbocats per els retrets. Anés a on anés, ja no podia rectificar. Estava arribant  tard… Arribaria tard… L’evidencia se’m presentava  diàfana.

Corria de petita, per trobar-me amb les amigues. Corria per arribar a la missa del dissabte a la nit, o la del diumenge a la tarda, per entrar a l’escola… Anava a un col·legi de monges, i us podeu creure que mai vaig arribar puntual…, que ja de gran, he sabut, que abans d’entrar a la classe, és feien files al pati, i és cantava  l’Ave Maria… Mai vaig cantar, mai vaig fer files. Arribava directa a la classe, amb les nenes ja assegudes, i em limitava a dir: hola. S’havia de dir: Ave Maria Puríssima”. Em van castigar moltes vegades per això, però jo vaig seguir dient: hola. També us he de dir, que mai he sentit una missa sencera. Arribava passats deu minuts. Al sermó o poc abans. Allò era pecat mortal… I desprès m’havia de confessar. Sigue leyendo

La naturaleza ha hecho que naciera mujer

Me llamo Rosa; es el nombre que me pusieron mis padres cuando nací. Supongo que les inspiró la estación del año en la que tuvo ocasión el evento; la primavera. Detrás de cada persona hay una historia y esta es la mía: Soy muy inteligente. ¿Arrogancia? No, las pruebas que me hicieron en el colegio de las monjas me otorgaron un C.I. de 130 %, y así se lo hicieron saber a mis padres, (de todas formas, por si alguien lo leyera, le recuerdo que esto es un diario y soy arrogante para mí misma). La nota que me dieron para mis padres, decía que se pasaran por el colegio para hablar de mí. Al trabajar mi padre de sol a sol, le tocó ir a mi madre y allí las esposas de Jesús le dijeron: «esta niña saca buenas notas en matemáticas y tiene muchas leyes, así que, según nosotras, podría estudiar derecho», pero le advirtieron que debía, estar más calladita en clase y no distraer tanto a sus compañeros de clase. Era la líder del grupo. La verdad es que me aburría mucho en clase, y por eso cascaba tanto. Con solo una ojeada, me aprendía las lecciones, que me mandaban como deberes a casa. Por eso, la mayor parte del tiempo me lo pasaba leyendo novelas Sigue leyendo

El sotanas

-¡Claro que lo hago!- dije entre vítores y ovaciones de mis compañeros de gamberradas

– ¡Está “chupao”!

Aquel septiembre, unos meses antes, mis padres decidieron meterme en los Salesianos donde iba a estar internado por primera vez. Más de 300 niños de todas las edades esperaban a los nuevos para examinarnos y meterse con nosotros. De entre los novatos había uno que debido a su corta estatura estaba destinado a ser objeto de todas las burlas: yo, Adolfo Sánchez, el canijo.  Sigue leyendo