Per Montserrat Baduell
Sábado 15
Sonia iba cargada con un par de latas, dos bocadillos, las entradas al campo, el bolso medio colgado del hombro y el monedero que no había podido guardar. Buscó con la mirada la fila que correspondía a su entrada y, cuando al fin la localizó, intentó adentrarse en la jungla de piernas que dominaban el estrecho pasillo que llevaba hasta su asiento. Había estado esperando a su amiga pero al ver que no llegaba decidió entrar al campo ella sola y esperar sentada a que se presentara.
Por fin, haciendo equilibrios para no caer, llegó hasta su localidad. Dos asientos vacíos entre cientos de personas que esperaban impacientes a que empezara el evento. Estaba a punto de alcanzar su objetivo cuando un pie traicionero hizo que tropezara y cayera literalmente encima de la persona sentada a su lado, derramando parte de una lata en su chaqueta. Para acabar de rematar la jugada, los bocadillos terminaron en sus piernas dejando una bonita mancha de grasa en sus pantalones.
– Oh, ¡lo siento!…logró mascullar mientras intentaba incorporarse.
– No tiene importancia, no se preocupe. Estos pasillos son muy estrechos – contestó el hombre con un toque de humor en su voz, al tiempo que la ayudaba a levantarse.
Sonia, azorada, se recompuso como pudo y, por fin, logró sentarse y recoger lo que se le había caído.
– De verdad, me da su número de teléfono y me envía la cuenta de la tintorería. Yo me haré cargo, de verdad. Oh, qué mal me sabe.
– Por favor, no se preocupe, lo digo en serio, ¿se ha lastimado?
– No, no, estoy bien. Por lo que veo lo único lastimado son sus pantalones y su chaqueta…aparte de mi dignidad, claro.
Al decir esto, Sonia alzó la mirada y, boquiabierta, miró fijamente al ocupante del asiento contiguo.
– Perdone, pero… ¿usted es? Con el lío y las gafas de sol y la gorra que llevaba no le había conocido hasta entonces.
– Shssss, dijo rápidamente. Guárdeme el secreto, ¿quiere? He logrado escabullirme de mis guardaespaldas y quiero, por una vez, ver un partido como una persona normal. ¿Será discreta? ¿Puedo confiar en usted?
– Oh, ¡por supuesto!, solo le costará un autógrafo y una foto, si no es mucho atrevimiento por mi parte. Le juro que no haré ningún uso inapropiado. Pero es que no se acostumbra a conocer a alguien famoso cada día, le dijo sonriendo y sonrojándose hasta las orejas.
– Bueno, lo pensaré…le dijo guiñándole el ojo.
A los pocos minutos empezó el partido. Sonia, en ese momento, recibió un whassapp de su amiga, que le decía que no se encontraba muy bien y que no vendría.
– Vale bonita, mejórate, pero me lo podrías haber dicho un poco antes, ¿no te parece? – le contestó ella un poco molesta.
– ¿Ocurre algo? – se interesó su manchado vecino.
– Mi amiga… temo que me ha dejado plantada.
– Bueno, menos mal que tiene al lado a alguien con el que comentar el partido, ¿no? Ahora ya hemos roto el hielo, no en vano me ha tirado el contenido de una lata y un bocadillo por la cabeza. La confianza da asco, ya se sabe… le dijo socarronamente.
Durante el partido continuaron hablando, comentando las jugadas y aplaudiendo los goles. Compartieron la merienda y la bebida que quedaba y durante el descanso salieron a estirar un poco las piernas y siguieron hablando animadamente.
Finalmente, cuando terminó el encuentro, él se ofreció amablemente a llevarla en su coche hasta su casa.
– No, no se preocupe, de verdad. Puedo coger el metro y en un rato estoy en casa.
– No es ninguna molestia. Al contrario, he disfrutado mucho de la velada y prefiero acompañarla. Ahora el metro estará a reventar.
Así pues, subieron en su coche, un magnífico Porsche, y le llevó hasta su casa.
– Muchas gracias, ha sido una tarde estupenda. ¿Seguro que no quiere que le pague la tintorería?
– ¡Ni hablar! Yo también lo he pasado muy bien. Adiós Sonia, un placer conocerla.
Se adelantó y la besó cariñosamente en la mejilla.
Domingo 15
Sonia estaba todavía en el séptimo cielo cuando un sonido la despertó. No sabía muy bien de donde procedía el maldito ruido pero al fin su mente se fue despejando y se dio cuenta de que era su móvil.
– Quién será a estas horas…es domingo ¡por Dios! ¿Diga?
– ¡Sonia! ¿Se puede saber qué hiciste ayer? ¡No te puedo dejar sola!
– ¿Cómo? Fui al partido, ¡ya lo sabes!
– ¡Estás en todas las portadas de los periódicos, las revistas, en internet…!
– ¿Quéeee? ¿Por qué?
– Dicen que eres la nueva novia de Brad Lewis, el soltero más cotizado del país, ¡nada más y nada menos!
Sonia, que se despejó de golpe, conectó su portátil y no podía creer lo que veía. En todas las revistas aparecían varias fotos de Brad Lewis y ella, en una actitud que daba a entender que había una relación entre ellos pero que en realidad se habían sacado de contexto. Los titulares de prensa, sin embargo, no dejaban lugar a dudas: “EL ACTOR BRAD LEWIS Y SU NOVIA, EN EL FÚTBOL”
A pesar de que eran, sobre todo, publicaciones de la prensa amarilla y sensacionalista, no dejaban de ser noticias que llegaban a miles de personas en pocas horas. Alguien había descubierto al actor entre el público y había aprovechado sus conversaciones a lo largo del partido para capturar instantáneas de ambos.
Para su sorpresa, además, los habían seguido hasta su casa, puesto que una de las fotos fue tomada, sin duda alguna, en su portal, cuando ambos se estaban despidiendo.
-¡No puede ser! ¿Cómo es posible? Me dijo que, por una vez, se había zafado de sus guardaespaldas y que fuera discreta. Era prácticamente imposible que lo reconocieran, con esas gafas oscuras y la gorra. Madre mía, ¡qué lío! ¡Malditos paparazzi!
– ¡Vaya! Ya hablas como una famosa… ¡qué fuerte! – respondió riendo su amiga a través del teléfono.
– ¡No te rías! A él no le hará ni pizca de gracia… ¡ni a mí tampoco! Es un atentado a mi intimidad. Créeme, es una situación muy incómoda. ¿Qué voy a hacer? ¡Todo es mentida!
Cuando colgó el teléfono, oyó voces en el exterior de la casa. Alarmada, se dirigió a la ventana y lo que vio la dejó en estado de shock. Un montón de periodistas, cámaras en ristre, ocupaban la calle. Detrás de ellos, furgonetas, coches, con todo tipo de artilugios, cables y micrófonos parecían hordas salvajes esperando la orden de atacar.
– Y ahora ¿qué hago?, pensó dando un paso atrás asustada al ver a un fotógrafo en la ventana apuntando directamente a su cara.
Ese mismo día, varias horas después
Sonia, agazapada en su sofá, no se atrevió a moverse en todo el día. De pronto, sonó su móvil. Era un número desconocido pero descolgó.
– Diga – contestó con aprensión.
– Sonia, no te asustes. Soy Brad…
– ¿Brad? Pero, ¿cómo has conseguido mi número?
– ¿No te acuerdas que nos hicimos una foto y luego me la enviaste?
– Es verdad, es verdad. ¿Sabes lo que hay estacionado en mi calle? ¡Es horrible!
– Lo sé, lo sé. Siento haberte metido en este lio. No te preocupes, lo desmentiré todo de inmediato. ¿Ves a lo que me tengo que enfrentar cada día? No puedo hacer nada sin que se inventen algo, cualquier cosa, con tal de vender un titular.
– Pues es un asco, la verdad. No sé si compensa tanta fama y tanto dinero si tienes que vivir así.
– Exacto. Así es nuestra vida. Ni tan fantástica ni tan glamourosa como uno podría imaginar.
Los días siguientes fueron una tortura para Sonia. Se sentía acosada y vigilada todo el día, cuando salía de casa, cuando salía del trabajo, al ir al gimnasio…
Por fin una mañana vio la portada de una revista de cotilleo en la que Brad aparecía abrazado a una rubia despampanante y mirando ambos a la cámara sonrientes. El titular rezaba: “BRAD LEWIS NOS PRESENTA A SU NOVIA” – Siguió leyendo: Brad Lewis ha desmentido que exista cualquier relación con la mujer con la que se le relacionó la semana pasada y ha presentado a la que es su nueva acompañante desde hace varias semanas…
Sonia respiró aliviada. Desde ese día ningún paparazzi volvió a aparecer ni en su casa, ni en el trabajo…había dejado de existir.
Al día siguiente, recibió un whassapp de Brad. En el decía:
– Hola Sonia. ¿Te gusta mi nueva novia? La he tenido que “contratar” para que te dejaran en paz. Espero que ya no te molesten más. ¡Lo que hay que hacer para tenerlos contentos! Hasta siempre.
Ella reflexionó durante largo rato. ¿Hasta qué punto la prensa sensacionalista tiene derecho a entrar en la vida y la intimidad de los famosos? Por ser famoso, ¿todo vale? ¿Dónde termina la ética profesional y dónde empieza el acoso? Ahora que había visto la otra cara de la fama se prometió que no volvería a comprar una revista de ese tipo nunca más.
Qué bueno!!! Me ha gustado mucho.
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