Acuerdo Tácito
Hay dolores increíblemente placenteros, como morderse las pieles de los labios, por ejemplo, te lo aseguro.
Un día el señor de la casa amenazó con despedirme… ¡Ábralo! –me ordenó señalando un cofre, y así sentada en su cama descubrí su colección de palas: rugosas y lisas, de madera y cuero.
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