La canción de la radio llegaba a través de los auriculares de mí móvil un Huawei-P8, era la voz de la cantante manchega María Rozalén:
«Hoy me he preguntado 80 veces de porque sigo queriéndote»,» Mañana al salir el sol se me habrá borrado del colchón tu olor, que son 80 las veces al día que me acuerdo de ti, las mismas que recuerdo que tengo que olvidar»
La primera vez que oí esta canción fue en la sala de conciertos La Fleche D´or en la Rue Bagnolet de París. Antigua estación de trenes que unía París-Calais. Fue hace dos años. Recuerdo que era la noche del tercer día de mi estancia en París, cuando Josiane y yo asistimos al concierto que ofrecía esta artista manchega.
Josiane desapareció de mi mundo, de su mundo, de este mundo. Fue así de sencillo simplemente desapareció. Pero esos tres días con sus noches, ¡esos, permanecerán en mis recuerdos para siempre!
En el invierno del 2014 mi socio Xabi y yo contactamos en el Mobile World Congress que se celebraba en Barcelona, con una gestora de medios con sede en París, para que valorara nuestra aplicación y su posible desarrollo en las redes sociales de todo el mundo. Las posibilidades de éxito de nuestro proyecto eran muy altas. Durante los cinco días que duró el congreso, establecimos una ruta de diálogos y negociación para afianzar y confirmar su inmediata puesta en marcha.
Una vez acabado el congreso quedamos al día siguiente a las 11,00 h. en las oficinas de esta gestora francesa con sede en París para ultimar detalles. Mi socio Xavi se quedó en Barcelona por asuntos familiares y decidimos que sería yo quién me ocupara de este asunto para no aplazarlo más. Decidí ir en tren nocturno porque así por la mañana estaría descansado para la cita.
Ya en el tren busqué el compartimento privado nº 42 dejé la bolsa de viaje y justo cuando me disponía a ir al coche restaurante, me llamó Xavi para recordarme detalles de la aplicación y darme consejos sobre la entrevista, decía que le sabía mal no acompañarme. Se le notaba muy nervioso y agitado. Su madre, ya viuda, se encontraba gravemente enferma y solo le tenía a él. Le dije que no se preocupara que le mantendría al tanto de todo. Teníamos una gran oportunidad con esta aplicación para poder despegar internacionalmente como empresa de aplicaciones. Solo necesitábamos un buen asesoramiento y la empresa francesa Apps Mobile Marketing France nos lo iba a proporcionar.
Xavi era así, siempre se preocupaba por todo y no paraba de hablar bla bla bla…
*-¡Xavi tranquil, tot sortirà bé!-
*-d´acord Gerard, però es que… ¡em sap molt greu i…!
*-¡Xavi nen, no et preocupis, las coses han vingut aixis, que hi farem!,
*-Et deixo ara vaig a sopar una mica, et truco demà, ¿Val?- le dije.
Mientras me decía que si, abrí la puerta de mi cabina con el móvil aun pegado al oído y con Xavi despidiéndose, me giré y tropecé con alguien que salía del compartimiento nº 41 también hablando con su móvil. Los dos móviles cayeron al suelo y al agacharnos a recogerlos mientras nos pedíamos perdón mutuamente, nuestras caras quedaron a escasos centímetros de distancia.
-¡Dios mío, que belleza!-
Tenía ante mí la cara más bonita que jamás había visto. Sus ojos grandes y azules como el mar, me miraron de tal manera que casi podía oír el rumor de las olas del mar. Su nariz de diosa griega y labios sensuales formaban junto a su boca, una obra de arte digna del museo más importante del mundo.
El modelo perfecto que para sí quisiera el mejor pintor o escultor de todas las épocas. Su cabellera rubia dorada caía delicadamente sobre sus hombros parcialmente desnudos. Al agacharnos al mismo tiempo para recoger los móviles que habían caído al suelo, nuestras manos se rozaron por un momento para unirse después como si de imanes se tratara. Nos sonreímos al darnos los móviles y nuestras miradas posaban de los ojos a la boca simultáneamente. Su boca ligeramente abierta dejaba entrever unos dientes blancos perfectamente alineados.
– ¡Pensé en besarla si, la besaría, juntaría mi boca a la suya, como si en ella fuera a encontrar la más dulce de las golosinas!-.
Advertí que sus ojos no se apartaban de los míos y que sus manos permanecían agarradas a las mías. Nos miramos con los ojos de alguien que no se quiere perder ni un solo instante de aquello que teníamos delante. Nuestras manos sin apenas darnos cuenta continuaban juntas, ¡mi corazón latía tan rápido que parecía que se me iba a salir del pecho! Observé como las aletas de su nariz se encogían y expandían. Con la respiración entrecortada, la cogí con delicadeza del brazo mientras nos levantábamos, y ella dulce y educadamente me sonrió al tiempo que me daba las gracias.
Su acento marcadamente francés, despertó en mí mis deseos eróticos reprimidos. Siempre había tenido fantasías sexuales con mujeres que hablaran ese idioma.
-Perdona, no me había fijado que estabas detrás de mi-, le dije azorado.
-No te preocupes yo también iba distraída- me contestó inmediatamente.
-Bueno me disponía a ir al coche restaurante-
-Yo también- , contestó escuetamente.
Le cedí el paso y juntos nos dirigimos al restaurante, le pregunté si iba con alguien y me contestó que no, que estaba sola. Cuando llegamos allí encontramos el restaurante completamente lleno a excepción de una mesa para dos. El camarero se acercó a nosotros y creyéndonos pareja nos dijo:
-¿Mesa para dos señores, tienen una allá en el fondo?-
Nos miramos y le dije:
-¿Te importa si compartimos mesa?-
*¡Oui tres bien, vale, genial!, me apetece que la compartamos.
Antes de tomar asiento pude apreciar el precioso vestido Skater de color negro ceñido al cuerpo, con escote francés y ligero vuelo por encima de sus rodillas que llevaba. ¡Le sentaba de maravilla y es que a mí, el color negro en ropa de vestir femenina me atrae y excita muchísimo!
-¿Cómo te llamas-? preguntó.
-Gerard ¿y tú?-
-Yo me llamo Josiane- contestó.
¿Vas a París por negocios Gerard?
-Si -le dije- Tengo una cita mañana por la mañana, relacionada con la telefonía, aplicaciones de móviles, ya sabes –
-¡Ah, entonces estuviste en el congreso de telefonía móvil, yo también estuve!
-¡Ah ya veo, tú también eres del gremio de los telecos, como yo-!
-No, no, yo estuve de azafata en el congreso. Mi agencia me ofreció venir a Barcelona estos cinco días y acepté-.
-¿Y qué te ha parecido Barcelona, te ha dado tiempo a ver algo?- Josiane
-Siempre quise venir a Barcelona y me dije,» tengo que aprovechar esta ocasión»-
Sonrió volviéndome loco y continuó: -He podido ver poco y lo que he visto ha sido por la noche, me ha gustado mucho la Fuente luminosa de Buïgas, la Sagrada Familia, La Catedral y… la ciudad es muy dinámica y bonita. Tiene mar y montaña cosa que me gusta mucho-
Hizo una pausa y añadió:
– Después de París me parece la ciudad más bonita que he visto, hasta ahora. Claro que, tendré que volver más veces para conocerla más a fondo. La gente es encantadora muy cercana y amigable. La verdad es que me voy encantada. Además te acabo de conocer a ti y que mejor manera de despedirme de Barcelona que ésta, estando bien acompañada- dijo con una mirada cautivadora y asombrosa naturalidad.
Sus palabras brotaban de su boca con ese ligero acento francés, que le daba un tono sugestivo, sensual. Su mirada era franca, abierta, segura. Y me sentí muy halagado realmente, un poco agitado quizás, pero no descolocado.
A medida que la escuchaba, la parte de mi cerebro juguetón y romántico le ponía música a sus palabras, haciéndome recordar a esas cantantes francesas que me gustaban tanto.
Una era Maïa Vidal, considerada como niña mala (una lolita) en Francia debido a la letra de sus canciones, también me recordaba a la femenina Alizée de aspecto inocente y bailes sensuales, aunque detrás de sus palabras y en el trasfondo de su mirada, intuía a la gran cantante trágica, Edith Piaf. Las canciones todas ellas adornaban imaginariamente las palabras de Josiane. Haciendo si cabe la velada más atractiva.
No sabría explicar porque Josiane acabándola de conocer, me hacía sentir como si la conociera de toda la vida. La cuestión era que estaba muy a gusto con ella y lo acepté como la cosa más natural del mundo. Por alguna razón descarté andar buscando explicaciones racionales o reflexiones razonables. Delante de mí tenía un «pibón de alto voltaje» y me centré en eso.
Pedimos la cena ella pidió un surtido de verduras a la plancha y cola de rape asado con berberechos y orejones y yo pedí dueto de pescados ahumados y tártaro de dorada y de segundo ternera asada con rebozuelos.
Y de postre vasitos de mango y fruta de la pasión. Para beber pedí un cava.
Ella hizo un gesto juntando las manos y puso el reverso de su mano derecha sobre su mejilla izquierda, y susurró que » entre un cava y un champán francés no habría ningún tipo de discusión sobre cuál sería el mejor». (Dándome cuenta de ello le di una explicación.)
…yo aproveché para abrir la posibilidad de volver a verla de nuevo alguna vez…
-Si me permites, me gustaría invitarte a un cava que se hace cerca de Barcelona, concretamente en Castellví de Rosanes y se llama Durán Gran Reserva Brut del 2007, después me dices que te parece-¿De acuerdo?
Josiane accedió con una sonrisa y yo lo interpreté como un sí.
La cena transcurrió entre comentarios sobre Barcelona, París y el trabajo de cada uno de nosotros y como no sobre la comida y el cava, siempre mirándonos a los ojos y sonriéndonos, observándonos, descubriéndonos.
-Gerard- , me dijo. ¿Sabes porque le llaman fruta de la pasión?- ,
Refiriéndose al postre que habíamos pedido, mango con fruta de la pasión. Me hizo gracia la pregunta porque soy muy aficionado a las procesiones de la Semana Santa y la pregunta estaba relacionada con ella. Así que le dije:
– En realidad es Maracuyá, parece ser, que cuando los españoles fueron a América del sur, vieron que esa fruta tenía la apariencia de una corona de espinas. Sus cinco pétalos representarían los cinco estigmas. Los tres pistilos en la parte de arriba representarían los clavos de Cristo y después, su color es parecido al color morado que se utiliza en la Semana Santa en España. La fruta además de ser religiosa- dije con ironía – es muy rica en vitamina «C» proteínas, en fin muy completa para reponer energías.
-¡Ah, muy interesante veo que eres una persona culta y bien informada! ¡Te gustan los placeres que te pueda dar la vida, eh Gerard!- y continuó: ¡Además eres muy guapo! , sabes me recuerdas a un artista americano, aquél que hizo Ulises que salía con el torso desnudo toda la película, ¿Como se llama?
-¡¿Brad Pitt?!-, me reí, mientras le decía esto. -Perdona pero es que, en la universidad mis compañeros y compañeras me llamaban así por el gran parecido que tengo con él y veo que a ti también te lo parezco, hasta he tenido que ir al gimnasio para ponerme «cachas» como él- Le dije entre risas.
La conversación transcurría así entretenida y amena, nada existía alrededor nuestro, solo nosotros. Le dije lo preciosa que era y que estaba muy a gusto con ella, allí compartiendo el cava, la cena, la conversación. Flotábamos juntos en esa burbuja que nos proporcionaban nuestros sentidos. Si, era cierto que la comida nos alimentaba pero lo que más nos alimentaba eran nuestras miradas, nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras intenciones.
-¡¿Cuál sería tu deseo en este momento Brad?! Perdón, Gerard-, dijo entre risas, por cierto maravillosa y sorprendiéndome su agudo sentido del humor.
-Mi deseo en este momento sería que no acabara nunca- , le dije mirándola fijamente a los ojos.
-Hizo un gesto al apartar sus cabellos rubios, que dejaron al descubierto su bello y esbelto cuello. Gesto que despertaron en mí unos deseos de besarlo, de abrazarla y de tener aquel cuerpo pegado al mío-
La observé y leí su mirada: Te deseo, quiero fundirme contigo y viajar a ese lugar dónde solo existe el amor, la pasión, quiero que tus ojos me miren así hasta el amanecer del nuevo día.
Sentía que la complicidad era mutua, y que la atracción sexual se incrementaba más y más a medida que pasaba el tiempo.
-Debo reconocer que este cava es ideal para una cena romántica, Gerard- , y levantando su copa para brindar continuó.
-Tiene buen paladar, es seco y su cosquilleo, me está sorprendiendo agradablemente, ¿sabías que los romanos llamaban al champán *»Vinum Titillum», que quiere decir vino cosquilleante?-
-Pues francamente no, no lo sabía pero hoy voy a aprender mucho- le respondí al tiempo que me daba cuenta de que estaba hablando con una persona instruida.
Tenía ante mí una mujer hermosa sí, pero además culta e inteligente con la que estaba teniendo una buena conversación y eso me gustaba enormemente. Los romanos inventaron el latín para que dos personas como nosotros estuvieran envueltas en ese clima de complicidad fantástico, donde la escalada de palabras, miradas y gestos se hacía cada vez más vertiginosa, (bien por los romanos), pensé.
– Tienes buen gusto Gerard-, Y mientras me decía esto, sentí sus piernas apretándose fuertemente contra las mías por debajo de la mesa, y una sonrisa pícara apareció en su rostro. El momento era tan excitante que me produjo una erección instantánea e incontrolable.
Nos miramos, abonamos la cuenta y nos dirigimos hacia nuestros compartimientos que estaban muy cerca. Abrió la puerta y dándose la vuelta me besó suavemente en la boca y cuando me disponía a devolvérselo me puso su dedo índice en los labios y me dijo:
-Dame 10 minutos, por favor- , y entró dejándome en el pasillo un poco cortado, así que aproveché para entrar en el mío y asearme un poco, después me tiré en la cama, pensando todo lo que estaba sucediendo. Pasaron más de 10 minutos mi reloj marcaban las 23H. Empezaba a preguntarme si ya no me quería ver, si todo había sido un sueño. Cuando oí un sonido procedente del móvil, ¿un whatsApp? -¡qué raro dije para mí, el mío no suena así!-. Busqué en el bolsillo de mi americana y saqué el móvil era el mismo modelo, un Huawei P8. Abrí mensajes y apareció Josiane encima de su cama semidesnuda y el mensaje decía: «¿Quieres recuperar tu móvil?, ¡A que estás esperando la puerta está abierta!».
Me levanté de un salto corriendo, abrí su puerta, ¡Y allí estaba ella, escultural, hermosa! Llevaba puesto un «negligé» color negro por el que asomaban apetecibles sus voluptuosos senos. Bajo el negligé se transparentaban unas braguitas del mismo color, y sus piernas esbeltas y bien torneadas completaban una belleza inigualable. Su piel – blanca, impoluta- contrastaba con el color de la ropa y su imagen produjo en mí unos deseos enormes de poseerla.
-Vaya despiste con los móviles- comencé a decirle. Y cuando me acerqué a ella para hacer el intercambio, me cogió por la solapa de mi americana y con gesto firme y decidido empezó a besarme apasionadamente. Luego se levantó y me quitó la americana que dejó colgada en un perchero. Me desabrochó la camisa lentamente, dejando al descubierto mi torso desnudo. Mientras mis manos le acariciaban la espalda apretando sus glúteos duros y firmes. Tenía la piel suave y olía muy bien, llevaba un chanel, no estoy seguro pero creo que era un Allure Eau de parfum. Mientras la besaba en el cuello su mano apretó fuertemente mi paquete intentando desabrocharme el pantalón. Mi pene había adquirido tal tamaño y se puso tan duro que fue misión imposible, así que entre risas y jadeos logramos desembarazarnos de mis pantalones. El momento era tremendamente excitante. Nuestros cuerpos buscaban ese momento donde todo acabaría en esa penetración rápida, brutal, salvaje, en la que la espiral de deseos contenidos se liberaría con todas sus fuerzas en ese último y sublime acto.
Pero yo no estaba dispuesto a que eso se acabara tan rápido. La aparté enérgicamente mirándola a los ojos y empecé a besarla en la boca, en el cuello, le quité el negligé delicadamente y empujándola suavemente hacia la cama le hice un gesto de «déjame hacer».
-Relájate y déjame hacer- le susurré.
Ella asintió- D´accord prendre la barre.*.(de acuerdo coge el timón)
Con su cuerpo completamente estirado sobre la cama pude apreciar sus formas redondeadas, perfectas, femeninas. Me arrodillé y acerqué mi boca entreabierta hacia su pecho izquierdo mordisqueando y chupando con cuidado sus pezones erectos y deslizando mi mano derecha suavemente entre sus muslos. Le quité las braguitas lentamente acariciando superficialmente su pubis.
Paseé mi boca sobre su cuerpo desnudo chupando sus pechos y bajo vientre. Tan entusiasmado estaba que empecé a tararear mentalmente un poema cantado por Joan Manel Serrat y que decía así:
«Boca que arrastra mi boca, boca que me has arrastrado, boca que vienes de lejos a iluminarme de rayos»
Noté que su respiración se entrecortaba, y que su cuerpo, se contoneaba al son de mis caricias, finalizando con un orgasmo salvaje, liberador.
Vi el deseo marcado en la cara de Josiane de que le volviera a lamer y mordisquear los pezones otra vez. Se inclinó ligeramente y cogiéndome la cabeza hizo que se los chupara metiéndolos y sacándolos en mi boca una y otra vez. Noté como todo su cuerpo se excitaba y buscó mi mano para que la masturbara en el interior de su vagina buscando el punto de máximo placer.
Con el calor de la excitación su cara adquirió un tono sonrosado y sus ojos brillaban agradecidos de placer. Ella, Josiane estaba expectante y en un movimiento enérgico cogió mi miembro y casi en una súplica susurrando palabras en francés y abriéndose de piernas – me dijo:
*Allez, prends-moi!, Baise-moi!
-Espera aún no- le dije.- cierra los ojos-
Cerró los ojos y Gerard recorrió con su boca su sexo húmedo y tembloroso, libando el néctar que se desprendía de su flor, al tiempo que le ponía los dedos en su boca para que se los chupara. La excitación y el gusto que le estaba proporcionando Gerard era tal, que Josiane empezó a sentir espasmos inmediatamente y agarrando con firmeza la cabeza de Gerard la apretó hacia sí, empezando a convulsionar de nuevo con contracciones cada vez más seguidas, finalizando en un segundo y explosivo orgasmo.
Los ojos de Josiane se movían sin parar buscando algún soporte donde poderse agarrar y su respiración se hizo tan agitada, que casi no entendía lo que estaba diciendo. Algunas palabras en francés, otras en un idioma que desconocía e incluso las que decía en español, apenas las entendía. Me sorprendió un poco pero, lo atribuí a la excitación del momento.
Lo que si estaba claro es que su cuerpo despedía calor por todas partes y se asemejaba a un volcán en erupción desatando y expulsando mediante pequeñas explosiones sus contenidos al exterior y salpicando todo a su alrededor liberando una gran masa de energía. Aquello nos entusiasmó y nos alegró comprobar la química que existía entre los dos.
La travesía en la que estábamos inmersos Josiane y yo estaba llegando a buen puerto. Su mirada dulce agradecida y su boca entreabierta me indicaban, que el momento para atracar la nave en el puerto había llegado. Así que me puse encima de ella abriendo camino con mi pene enhiesto, duro, penetrándola con movimientos pausados laterales, circulatorios. Sus piernas se movían nerviosas y espasmódicas, en todas las direcciones buscando la posición y altura ideal para sentir más placer dentro de ella.
Iniciamos un ritmo en el que nuestros movimientos iban acompasados. Nuestros cuerpos iban al unísono. El placer se iba apoderando de nosotros y cada vez que ella tenía un orgasmo me hablaba en francés, -* «¡Chéri, je t´aime!»- Esto si lo entendía-, además cada vez que me hablaba así, me daba un «subidón» y me animaba a seguir y seguir.
Mis clases de respiración tántricas aplicadas al sexo me estaban funcionando muy bien, controlaba mi excitación e imponía mi ritmo, y la visión de una criatura tan hermosa disfrutando al unísono conmigo, inspiraba mi prosa.
Yo le decía:
«Josiane, eres preciosa, me gusta todo de ti, tus ojos, tu cara, tu piel blanca y suave, tu cabello, tus tetas, tu culo, tu sexo y hueles de maravilla»
-Y continuaba-:
«me has enganchado. No sé lo que es, lo que desprendes en el aire. Los fluidos que se desprenden de tu cuerpo, no lo sé, pero me gustan hasta las cuencas de tus ojos. Me gusta como sonríes, me gusta mirarte y jamás hubiera pensado que con solo eso tendría bastante. Eres una criatura hermosa y perfecta Josiane».
Si era perfecta, desde el primer momento que la vi, la forma de mirarme, sus manos delicadas, su elegancia y sobre todo su inteligencia emocional. Tenía el don de escuchar y cuando hablaba siempre era para decir algo interesante, (excepto claro, cuando estaba excitadísima o hablaba en otro idioma)
-Bueno ya has llevado el barco a buen puerto, ahora déjame pilotar a mí- Y se montó encima de mí.
-Gerard esto no es un simple barco esto que tienes encima tuyo es un transatlántico…y de lujo- pensé.
Me sonrió y me dijo:
-¡Yo voy a hacer hípica y vamos a cabalgar juntos tú y yo, Gerard!-
Hice una mueca y esperé.
Si estando debajo de mí fue tremendamente excitante, cuando me montó, sentí tanto placer sexual como visual. Desde aquella posición veía un cuerpo perfectamente moldeado y esculpido por la mano sabia de la naturaleza. Mis manos asidas a ambos lados de su cintura acompañaban a Josiane en sus movimientos rítmicos y acompasados. Me sentí como si me transportaran a una pista llena de vallas y enganchado a aquella vigorosa y hermosa amazona. Saltáramos sin derribar ninguno de los obstáculos allí situados. Fue un agradable y verdadero intercambio de sinergias.
-¡¿Te gusta así, Gerard?! Josiane no dejaba de hablarme.
-¡Si así, me gusta así, no pares!, ¡hum! despacito princesa, lo estás haciendo muy bien.-acerté a decir.
-¿Así,* doucement?
Y seguía con sus movimientos, ahora el ritmo más suave, después más rápido, más profundo, más superficial era un constante cambio de ritmo y velocidad. Cambiando su cuerpo de posición, buscando su lado más idóneo para sentir más placer, para darme más placer. Desde aquella posición disfrutaba viéndola a ella retorcerse de gusto. Contemplando los cambios que experimentaba su cuerpo, en cada nuevo empuje.
La contemplación, desde aquella posición, de sus pechos, me hizo pensar en una cadena montañosa formada solo por dos peñascos firmes poderosos a los que había que asaltar. Acceder a ellos tendría su premio: ¡obtendría el rico elixir que satisfaría mi hambre y mi sed!
Llevado por esa idea me incorporé ligeramente para alcanzar sus pezones y meterlos dentro de mi boca. Succionando con avidez, noté como su cuerpo se estremecía de nuevo y un líquido húmedo y viscoso, mojaba mis genitales y parte de mis muslos. Su cabeza agachada, como si al galopar hubiera evitado las ramas de un árbol. Con su cara sonrosada y la mirada sonriente me besó metiéndome la lengua en mi boca, paseándola y jugueteando con la mía con seguridad, decisión y hasta con furia diría yo.
-¡Gerard!- dijo poniéndose seria.
-¡Qué!, dije mirando para todas partes.
Y empezó a besarme por el cuello, bajando hacia mi pecho y lamiéndome los pezones. Hasta que llegó a mi pene que estaba ya mas tieso que el palo de una bandera. Se lo introdujo en la boca, con suavidad, con lentitud y a las tres o cuatro mamadas se volvió a montar sobre mí. Cabalgamos primero al paso, después al trote y por último al galope tendido sin riendas, ¡galopamos como salvajes, sin reglas y con toda la pradera para nosotros! hasta que una explosión de placer nos inundó a los dos, dejando nuestros cuerpos exhaustos, agotados, pero felices y contentos.
Josiane – exclamó. ¡¡Guau!!, Se dejó caer a mi lado y cogiéndome de la mano, nos miramos, nos sonreímos y nos besamos.
No sé cuánto tiempo dormimos, pero cuando despertamos los primeros rayos de sol entraban por la ventanilla del tren iluminando la campiña francesa. Eran las 8 de la mañana.
Os aseguro que no me hubiera importado morir en ese instante, con ella a mi lado. No quiero adueñarme de esos momentos, posiblemente vosotros también lo hayáis vivido. Pero por esa misma razón, espero que me entendáis.
Nos quedamos mirando la irrupción del Sol sobre las ricas tierras de la campiña francesa. La luz del sol iluminaba poco a poco la penumbra en la que estaba sumergida la noche. Y abrazados bajo las mantas y en esta contemplación sentimos otra vez el deseo de hacer el amor. Éramos insaciables no había nada que pudiera detenernos, solo un descarrilamiento nos detendría. Pero no descarriló, y continuamos así durante media hora más. Nuestros cuerpos estaban perfectamente adaptados el uno al otro, fundidos, sincronizados, Las feromonas que se desprendían de ellos estaban estrechamente unidas. El tren llegó a la estación de Austerlitz a la hora establecida a las 9,02h. Los franceses eran muy puntuales. ¡Qué lástima!
DANIEL LERMA VILANOVA
Tengo que viajar más en tren, sin duda. Me ha gustado mucho tu relato. Muy excitante.
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Por fin entero el relato… Muy bien. Me ha gustado mucho. Un encuentro amoroso en el tren. Quien no ha fantaseado con eso… Assun
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